El viento me azotaba con fiereza la cara, pese a las bajas
temperaturas del distrito 7; yo no tenía frío.
Aun no era hora de salir al centro de la cuidad, pero no puedo evitar
estar afuera, necesito ver el pueblo y el enorme bosque… puede que sea la última
vez que pueda hacerlo.
Una vez que ya tengo que prepararme, diviso a mi pobre
madre, veo sus grandes ojos cristalizados y sé que teme por mí. Creo que
siempre lo hace, en especial cuando eres hija única. Por mi parte me alegro de
eso, no me gustaría tener que temer por más personas que no sean mi madre. ¿Mi
padre? El falleció el año pasado, era el mejor de los leñadores, pero eso no le
impidió que a un principiante se le resbalara de las manos su hacha y diera
contra mi progenitor.
No suelo recordar a mi padre, cuando estaba vivo éramos muy
unidos, me enseño a usar un hacha cuando cumplí los siete, y a los ocho ya
tenía mi propia hacha. Según él era un diamante en bruto, que aprendí más
rápido que el cuándo le enseño mi abuelo. Supongo que recordarlo ahora es lo
más obvio del mundo, pero hago un esfuerzo y lo alejó para terminar de
prepararme.
Camino sin prisas, me mezclo entre las chicas de mi edad y
me pongo en fila para que me extraigan sangre como todos los años. Cuando
llego, siento el picor de siempre, pero con los años he llegado a
acostumbrarme.
Ya es la hora, la mujer del capitolio ya está dando el mismo
discurso de todos los años y nos muestra el mismo vídeo del año anterior. Ya está
metiendo la mano a la bola de las chicas, y sé que tengo miedo. No recuerdo
cuantas papeletas tengo, pero la posibilidad de que salga es mínima,
prácticamente imposible.
O es lo que me decía a mi misma.
“Sigal Rubio”
Oh no. Ese es mi nombre, acaba de brotar de la aguda voz de
la del Capitolio… soy una tributo, lo sé, porque nadie se ofrecerá en mi lugar.
Hago acopio de falsa valentía, y sin ningún tambaleo me
dirijo hacia al frente, oigo cada suspiro de las chicas al pasar, suertudas,
tendrán otro año más de vida. Pero la valentía se vuelve real, y sé que lucharé
por ganar, no pienso dejar a mi madre sola, seré una vencedora, con solo quince
años, yo intentaré ganar estos Juegos del Hambre.
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